Les quiero compartir este texto que escribió alguien de nuestro barrio y de la comunidad de nuestra escuela, a propósito del 24 de Marzo. Espero sirva de muestra de cómo nuestras palabras tienen la posibilidad de viajar y nunca se sabe hasta dónde pueden llegar.
Abril de 2009. Escuela 15 DE 13, Barrio Samoré, Villa Lugano, Ciudad de Buenos Aires.
LA MANZANA DE EVA
Con el sol llega Eva. Pausada y tranquila nos regala sus palabras en criollo, voz fértil del Entre Ríos natal. Setenta niños y niñas de séptimo la escuchan con ojos y boca abierta, entre ellos su hija Mayra.
Militante incansable, nos cuenta de su infancia cruda, de su temprano amor por los libros y por la Libertad. A pesar de su cuarto grado, a los doce años leía y aprendía en su casa para enseñar a leer a sus vecinos. Eran muy pobres, tanto que escribían en la arena, porque no tenían ni lapiceras.
1976. La Dictadura corta gargantas remachando silencio a sangre y fuego. Los militares prohíben el amor, la unión, el abrazo. Por eso los compañeros corren a casa de Eva y, despertándola de un sueño grande, con ella corren y escapan.
Algunos cruzan a nado a Uruguay. Ella se queda escondida en el monte. Hoy todavía no sabe cuántos días pasó en esa oscura zanja del hambre, de olor a muerte y a miedo. Sobrevivió comiendo bichos, cazando lo que se movía y trepando a los árboles, huyendo de todas las fieras.
Esos árboles que la salvaron viven aún, y son el testimonio que Eva compartió el verano pasado con Mayra, enseñándole sus ramas firmes de coraje y lucha.
Mucho miedo tenía, lloraba de miedo en la zanja. El que dice que nunca tuvo miedo, miente. Veía la muerte, la sentía suspirar al acecho en la oscuridad del monte. Pero Eva sabía que si tenía que morir, moriría contenta, porque estaba haciendo lo que tenía que hacer.
Eva supo del miedo, sufrió la muerte de compañeros, conoció los mil demonios de la tortura intemporal. Pero no se acobardó ni se rindió. Toda su vida siguió peleando, porque es lindo trabajar por lo que uno cree, luchando y construyendo, sin egoísmos, por un ideal.
Bien sabe ella y nos advierte que los de arriba no quieren que haiga unión. Por eso desde hace treinta años milita en la villa donde cría a sus hijos, pateando cada pasillo de ésa y de otras villas de la ciudad.
Cuando hizo falta, fue casa por casa enseñando a leer, enseñando a cocinar, trabajando por la salud comunitaria, desparramando los derechos de las mujeres ante maridos y patrones.
Cuando los milicos pasaban la topadora, Eva y las mujeres aparecían entre los pajonales de Cildáñez para levantar los ranchos a la caída del sol, con chapas, alambre y cartón. Salían dentre los escombros, luchando y resistiendo para armar la villa de vuelta. El nuevo sol iluminaba la brava yerba de las casillas resucitadas.
Eva nos advierte de todas las trampas del sistema: de la falsa felicidad alcohólica, de la efímera alegría de la droga y de la indignidad del ladrón. Es más difícil la resistencia, lo dice; pero nos asegura la dignidad, ejemplo para criar, almohada para ahuyentar pesadillas.
Por su valor y su trabajo incansable, tuvo a sus pies todas las tentaciones del diablo. Pionera de la villa, hoy tiene no más que lo mínimo para vivir, pero duerme tranquila y sigue denunciando a negreros y traidores.
Hoy Eva nos invita a pelear unidos con la mejor arma que tenemos: el estudio; preparándonos, y formándonos para mañana. Y aclara que una cosa es el repudio y otra el odio. Hoy no podemos luchar con odio ni con armas; pero sí con ideas. ¡No se queden con lo que les digan los demás! Estudien... Pregunten... Miren...
Los pibes la escuchan. Algunos preguntan; otro piensa con ella. Todos aplauden con fuerza.
Eva hace tiempo que robó la Manzana y masticándola hoy la multiplica, convidándonos a desafiar cualquier prohibición del acceso a la sabiduría.
Les envío un abrazo fuerte que nos contenga a todos en estos difíciles momentos que nos toca vivir, en este encierro que nos salva la vida, no como aquel que solo logro lastimarnos con una herida tan profunda que nunca nos dejará de doler.
Un beso de tiza
La seño Andrea
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